Con la frente apoyada en la ventana del autobús donde viajaba, observaba la carretera correr y pensaba en todo lo ocurrido en los dos últimos días. Recreaba cada segundo fijándolo en su memoria, con la sensación de que no le pertenecía, que se trataba de la vida de otro o de una película, algo que nunca imaginó que le ocurriría, que sólo les pasaba a los demás o que sólo tenía derecho a disfrutar en el mundo de los sueños...
Aunque sólo habían pasado algunas horas, el regreso a su casa se le hizo como una vuelta al hogar después de un largo viaje por el mundo y no podía desprenderse del sentimiento de paz y bienestar que le otorgaba la mujer que viajaba a su lado, la miraba de reojo pensando q la pillaría desprevenida, pero un suave guiño lleno de complicidad le demostraba que seguía ahí, recordando y disfrutando como el...
El brillo de sus ojos lo traicionaba, y esa sonrisa fácil delataba la emoción que aún le hacía estremecer cuando recordaba como empezó el viaje, de que manera tan inocente se encontraron después de un tiempo sin hablar, se reían de la casualidad de coincidir en un viaje hasta Madrid. Recordaban como se conocieron un par de años atrás, como hablaron en un principio en chats, a pesar de vivir a escasos metros unos de otros, y de como compartían algunas de sus pasiones, tales como el dibujo o la escritura...
Se separaron del resto de sus amigos y después de un día agotador andando por las calles de Madrid, la cena transcurrió con normalidad, visitaron varios locales de comida rápida, pizza, hambuerguesas y refrescos de Cola. Salieron de los locales con un sabor de “necesito más” en su sonrisa, decidieron tomar una copa en el clásico pub, uno de los pocos locales que quedaban de esas características pero que, para que negarlo, les atraía mucho. Dos horas después decidieron marcharse, era casi invierno y hacia frío. Natalia se refugió dentro de su abrigo y caminaron hasta el hotel, roto sólo el silencio por el ruido de sus pasos. La ciudad se encontraba en calma, una acogedora quietud que los dos sentían, un sosiego que hacia crecer el romanticismo k el momento desprendía y de una manera semi-inconsciente José Maria pasó el brazo por encima del hombro de Natalia y ésta apoyó la cabeza sobre él.
-Gracias, tengo frío (se excusó ella). José María la miró y calló, pero en ese momento la sintió un poco suya, no era un sentimiento posesivo sino una sensación que le produjo tal deleite q no pudo desarsirse de la mujer hasta casi llegar al hotel.
Se despidieron casi sin mediar palabra, con un “buenas noches” imperceptible que les acompañó a cada uno a su habitación...y un sentimiento de vacio se apoderó de ellos.
Natalia, aún descolocada por el torbellino de emociones que la habían seducido en las últimas horas se desvistió; de manera atolondrada buscó el camisón clanco y se lo enfundó. Joder, estaba cachonda, notó como sus pezones se erizaron al contacto con la suave prenda(tenía los pechos tan grandes que sólo le cubrían un poco el pezón) y al ver su imagen reflejada en el espejo aún se excitó más.
Resignada a meterse en la cama sola, decidió darse el placer q hubiese deseado le ofreciese el hombre que había descubierto esa noche...segura de que de no ser así no le sería tan fácil y rápido conciliar el sueño como deseaba. Sentada en el único sillón de que disponía el cuarto y cuando empezaba a sentir su piel comenzando por sus torneadas piernas escuchó un golpe seco en la puerta, ella sabía a quien pertenecía o mejor dixo esperaba que fuese esa persona, y una sacudida le recorrió el cuerpo...
Abrió y ahí plantado delante suya se encontraba el causante de su “calentón”, la causa de su desazón, su deseo contenido...Le agarró la mano con rapidez, temerosa de que alguien pudiera verlos y lo hizo entrar, olvidándose de su semidesnudez y con el corazón que se le salía del pecho le gritó nerviosa:
-Qué haces, te has vuelto loco?
-Si, por ti
Sus miradas se cruzaron, sintieron la complicidad q les unía y se abandonaron...él deslizó la mano cubriendo su mejilla, la acarició y la dirigió hacia su boca, se fundieron en un beso y sus lenguas comenzaron a acariciarse, se comieron literalmente la boca como nunca antes lo habían hecho.
Natalia lo condujo sin titubeos a la cama donde se tumbó de espaldas al colchón, extendiendo sus brazos e invitando a su compañero a que se sumergiese en su ser, a que tomase su cuerpo.
Él, presa de un apetito voraz, le empezó a besar, sin parar, por toda su boca..., su cuello, ,fue bajando poco a poco, con ansia, sorbiendo cada centímetro de piel que se cruzaba en su camino. Glotón con sus pechos, descendió por su vientre (q ella contrajo como un reflejo al sentir la lengua en su ombligo), coronó su monte de Venus y bajó dejando que su boca anhelante encontrara entre las piernas los ya entreabiertos labios de su sexo, labios húmedos de ansiedad y deseo.
Pronto sus respiraciones pasaron a ser entrecortados y llegado el momento José María le abrió las piernas, cerró las suyas y le introdujo su enorme miembro casi violentamente, la sujetó por las caderas y empezó a agitarla con movimientos bruscos y firmes. Los brazos de la mujer seguían extendidos pero se agarraba tan fuerte a los barrotes de la cama k temía hacerse daño, ella le suplicaba que no parase, que la follara mas, que la lamiese sin parar...le entregó totalmente su voluntad, se sentía sometida, lo sintió poderoso y ella un juguete a su antojo. Cada vez se aferraba con mas fuerza a los barrotes y contraía el clítoris al ritmo que el hombre le marcaba con su fricción. Sus manos se encresparon y el cuerpo se enervó, se quedó rígido de placer. Sintió como la leche la cubría por dentro, los espasmos de la verga de aquel hombre al expulsar el semen unido a los rugidos del varón la volvieron tan loca que se entregó al orgasmo que recorría su ser,...los cuerpos quedaron a merced del placer satisfecho, un placer que llevaba un nombre: PASIÓN.
Extenuado, José Maria se dejó caer casi encima de Natalia abandonándose a la paz mas absoluta. Ella lo recogió entre sus brazos y le susurró: me quedé con tu fuerza...
José María levantó la cabeza, la miró a los ojos y la besó como lo hace un hombre satisfecho. Después la recogió en su regazo y en silencio transcurrió el resto de la noche, abandonados a un sueño reparador y tan gratificante que los convirtió en los seres mas felices de la creación.
El despertador sonó y Natalia lo apagó con premura, no quería k se despertase aún, quedaban 5 minutos y así podría recomponerse sin que él se diese cuenta, estar preparada para cuando despertase (coquetería femenina pensó). Lo observó durante un instante, desnudo, dormido y deseable, muy deseable.
Pfff, mejor me doy una ducha(pensó). Se disponía a comprobar la temperatura del agua cuando sintió como unos brazos pasaban bajo sus pechos y la abrazaban, acariciaban su pelo y le regalaban un suave beso en el cuello. Se volvió y con aire travieso, le ofreció su boca jugando con el roce de ambos labios. La fiereza de la noche anterior se encontraba apaciguada, pero el incontrolable deseo que la poseía velaba, sentía como florecía al acariciar los abdominales del hombre, cuando de una manera muy sensual lo atrapó rodeando su cuello con la sutileza que sabe desprender una mujer agradecida y complacida, calmada aunque aún con fuego en su interior. Se fundieron en un beso que les dijo todo, que no dejó lugar a dudas.
José María aprovechó para bajar las manos despacio hasta su trasero, apretándolo contra si para hacer sentir su pene erecto en el vientre de ella. La invitó a posar sus manos en el borde de la bañera, de manera que quedó a cuatro patas lista para satisfacer su deseo frente al espejo del lavabo. La imagen que tenía ante sus ojos le volvió loco y el placer que sentía al acariciar ese cuerpo junto con las sensaciones que le transmitía tocar esa piel bronceada y suave...le hizo perder por completo el control. Así la penetró y notó como su pene entraba sin ningún problema. Tras un vaivén de caderas volvieron a abandonarse al frenesí mas absoluto. Ahora si, había marcado a fuego su “amor clandestino”, su complicidad había quedado sellada y sabían que ya aunque, en contadas ocasiones, tendrían que verse, deberían poseerse para sentirse completos. Un broche de oro para una noche de ensueño.
Ha sido maravilloso, le dijo José María sin poder apartar la mirada de sus ojos...todavía tengo que hacer la maleta y marcharme antes que los demás despierten, entiéndelo. Nos vemos en recepción?
-Si, tranquilo, tardo 10 minutos.
Natalia recogió sus cosas y al salir de la habitación, intentó memorizar aquel escenario, el lugar donde había sucedido todo pero no pudo, no le interesaba. Tampoco sintió nostalgia alguna porque tenía el convencimiento de q esas escenas se repetirían, no importaba dónde, cuándo o con qué frecuencia. Sabía que nunca podría gritar aquel nombre, que sería eternamente un secreto para el mundo menos para dos,q lo que tuviese que venir vendría y simplemente disfrutarían el momento.


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