José Luis, chico querido, hasta mimado por su familia, niño de gran talento como dibujante, estudiante ejemplar y mejor deportista. Ese soy yo, bueno lo era, todo esto cambió en un tiempo ya pasado, que escapa hasta de mis recuerdos más lejanos. Mucho a llovido desde entonces; si, si, es cierto que aún soy un chabal de "sólo" veintitres años, pero si algo he aprendido en esos escasos años es, que el tiempo es muy relativo, sobre todo en lo que a la madurez de una persona respecta.
Ese mimado José Luis que, motivado e ilusionado, asistía a sus primeras clases, primeras del que sería a su vez, el primer curso de una larga formación como ciudadano, como trabajador, como la persona que se supone, debiera ser.
Si hubiese sabido que duros tragos tendría que superar, que duras cargas tendría que cargar sobre sus espaldas... ¿habría sido diferente?, No sé si usted, querido lector, creerá en estas cosas, cosas tales como el destino. Tengo que decir soy una persona no creyente, soy ateo y no pierdo mi tiempo con absurdas creencias ancladas en un pasado que anduvo atado de pies y manos (las cadenas de la mente, esas son las peores, aquellas que ocupan tus pensamientos en cosas inútiles: tarot, lectura de manos, creencias religiosas...), pero si tengo que admitir que alguna que otra vez me dió por pensar en el destino.
Vivimos en un mundo de causalidad lineal, y todo aquello que nos pasa no es más que el resultado de alguna causa, y a su vez es la causa de situaciones futuras, a pesar de que esto lo tengo muy claro, no puedo evitar pensar en que de cierta manera, podemos estar predestinados a vivir la vida de una forma determinada.
Bueno volviendo a aquél pequeño ingenuo, os contaré de que se trataba de un pequeño muy introvertido, desde la mas tierna infancia se veía diferente, quizás porque en cierto sentido si que nació diferente,con braquidactilia(falanjes no formadas por completo en pies y manos); no era una malformación muy aparatosa, pero era una malformación al fin y al cabo.
En un principio no se vió preocupado por este "contratiempo", pues los primeros años sus compañeros de clase no reparaban en él, mucho menos en sus manos. No sería hasta la primaria, cuando los compañeros vieron despierto su interés por José Luis. Un interés puramente egoísta, pues a ojos de todo el mundo tenía una habilidad incríble para el dibujo(nunca he considerado que fuese para tanto, sinceramente)y eso trajo consigo montones de peticiones.
Pasaron los tres primeros años de primaria, años felices pues hice grandes amigos(algunos aún los conservo)y di mis primeros pasos para convertirme en el hombre que hoy os escribe. Trabaje mis talentos, cometí mis primeros errores, y aprendí de ellos. Pasé esos tres años en el colegio Federico García Lorca, un buen colegio.
Los años de primaria restantes pasaron muy similares a los anteriores, pero con pocas y grandes diferencias.
La primera era sin duda que empece a comportarme como un hermano mayor, miraba siempre por mi hermano pequeño Javier, con el que me llevo cuatro años. Mi hermano es todo lo contrario a lo k e sido yo. Era un niño muy problematico, de hecho era un matón , pero eso cambió. Bueno los detalles de mi hermano los contaré mas alante.
La segunda diferencia era el factor enamoramiento, ese enamoramiento tan ingenuo que se tiene a esa edad y que te aleja del mundo real.
Más amigos y poco a poco más extrovertido, pero muy poco más. Pasé de ser un niño muy gordito, a una sílfide, no supuso mucha diferencia pues los demás niños dejaron de meterse conmigo por mi sobrepeso, para meterse con mi acné, o con la pelusilla que ya asomaba bajo mi naricilla. "¡Bigotees!"- me gritaban en los pasillos los graciosillos de turno. Pasé unos años en los que se me llamaba por ese apodo, la irritación de cada día fue avinagrandome el carácter.
Poco a poco salían de mi, de manera espontánea respuestas a las burlas, la irritación se tornaba valor por unos segundos, con frases como: "¡mas pelos tengo en los cojones!". Un valor que en pocos segundos volvía ha enterrarse en mi interior para devolverme a mi actitud habitual, un rajado y temeroso de todo.
cada día que pasaba ponía menos de mi parte para frenar ese impulso, pues necesitaba urgentemente desahogarme de tantas cosas...
Un compañero que se dedicaba sistemáticamente a dejarme en ridículo ante los demás, en especial ante su futura novia de la cual me pasé enamorado varios años. Lidia se llamaba y se llama, la misma niña de la que me enamore, la misma que tuvo el honor de ser mi primer desamor.
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